RIZOLISIS
Actualmente, la medicina busca formas poco invasivas de paliar el dolor de la patología degenerativa artrósica, que es irreversible.
El dolor es un mecanismo de «alarma». En todo el cuerpo tenemos «sensores» que se activan cuando algo no va bien y emiten una señal de dolor que se propaga a través de la red nerviosa.
Rizolisis, cuya etimología griega significa «destrucción de la raíz», es cualquier técnica que busque anular la transmisión de esa señal, cortando el circuito en algún punto; generalmente un nervio cercano a los sensores en cuestión. El ejemplo más conocido por todos es la endodoncia (cuando a alguien le «matan» el nervio de una muela para que deje de doler).
La rizolisis o denervación articular por radiofrecuencia consiste en destruir los nervios de una o más articulaciones vertebrales o facetas. En el ámbito de la columna, la rizolisis se emplea habitualmente en el síndrome facetario, tanto lumbar como cervical, así como en la sacroilitis crónica. La diana en estos casos es el ramo medial, un pequeño nervio procedente de cada raíz vertebral, que está destinado exclusivamente a la articulación. La lesión definitiva de este nervio no deja absolutamente ninguna secuela, por tanto una gran ventaja de esta técnica es su inocuidad, que no obliga a asumir grandes riesgos. Suele resultar efectiva en alrededor del 70% de los casos.
El proceso se realiza en quirófano, ya que para colocar las agujas de punción sobre el nervio, es necesario guiarlas con rayos X. Posteriormente, utilizando estimulación eléctrica, se efectúa una comprobación de modo que el paciente pueda confirmar si el nervio puncionado es el correcto, evitando así lesiones indeseadas. Por último, se aplica un anestésico local y seguidamente se lesiona el nervio de forma dirigida.
La duración del procedimiento es breve, aunque depende del número de raíces que deban destruirse. Por término medio, cada raíz lesionada suele llevar menos de 6-8 minutos entre localizarla, comprobarla y destruirla. Puede resultar molesto, dependiendo de cómo tolera cada paciente las punciones, ya que no suele usarse anestésico hasta justo antes de la quemadura para que el paciente pueda notar los estímulos de prueba. Algunos profesionales prefieren sedar levemente al paciente por comodidad.
Se realiza de forma ambulatoria en la mayoría de los casos; no precisa ingreso hospitalario. El paciente entra y sale caminando por su pie. La gran ventaja de esta técnica es la mínima invasión (se trata sólo de punciones) sin cirugía. Además, no interfiere en posibles procedimientos quirúrgicos posteriores.
Se trata de una muy buena opción para el dolor lumbar o cervical de origen articular que no responde a tratamiento farmacológico y en aquellos pacientes que desean intentar evitar la intervención quirúrgica en la columna.
En nuestra consulta, el Dr. Villamón acumula una larga experiencia en este y otros tipos de técnicas mínimamente invasivas para el tratamiento del dolor lumbar y cervical crónicos (ozonoterapia, láser, etc…).
… y recuerde, ante cualquier duda, consulte con su traumatólogo.